Y llegó un sábado por la tarde de octubre y le pregunté a mi pareja, ¿nos acercamos al Meeting Point? -vamos..
Estábamos rodeando Plaza España cuando al llegar al cruce con María Cristina una muchedumbre se acercaba hacia nosotros. -Dios!- pensé, cuánta gente viene a visitar este evento. A cada paso que daba, me iba dando cuenta de la realidad que nos envolvía. La mayoría de gente que nos cruzábamos eran padres con sus hijos pequeños. Reflexioné y me dije a mi mismo que qué buena era toda aquella gente, diciéndoles a sus hijos: "mirar cielos, ahora papá y mamá van a firmar un documento con estos señores de traje, para comprarse un piso que seguramente acabaréis pagando vosotros". Qué buena idea el hecho de no engañar a los hijos y que sean testigos al menos, de un acontecimiento que lo más probable formará parte o afectará de alguna manera a sus vidas. Nada de eso, se trataba de los niños que venían de la fiesta del club Super 3! Lo cierto era, que en el interior del pabellón 8, había más gente vendiendo que clientes potenciales comprando. Ya dentro del recinto, conversamos amablemente con un holandés afincado en Murcia, trabajando para una caixa catalana, y que intentaba vendernos una casa en Menorca. Para que luego digan que la globalización es mala! Tras acabar la conversación e inundarnos a panfletos publicitarios por todos los stands por los que pasábamos, llegó el momento estrella de la tarde.
Allí estaba él, nos buscaba a nosotros. Nos aborda un vendedor diciéndonos, ¡tengo lo que buscáis! Antes de que comenzara, le dije claramente que estábamos buscando PRIMERA vivienda y sólo si la casualidad nos llevaba a algún producto que la agencia Moody´s hubiera calificado como triple B (bueno, bonito y barato), contemplaríamos la idea de pensárnoslo. Pues bien, por un oído me entra y por el otro me sale. Nos dice:
"Tengo un estudio (que bien suena siempre y que frustrante es cuando lo ves) precioso de 20m cuadrados, con cédula de habitabilidad ("menos mal", pensé), situado en Llançà (nada menos que a 160km de Barcelona)".
Pensé, ¿qué le digo? Sólo se me ocurría una pregunta, pero antes de formulársela, él ya me la estaba contestando.
"Si me decís que sí el lunes, os lo podemos dejar por 39.000!
Miré a mi novia y le dije: ¿pesetas? -no, euros.
A uno en ese momento le viene a la cabeza la película de Michael Moore Farenheit 9/11, donde se le preguntaba a los senadores que apoyaban la guerra contra Irak, que por qué no enviaban a sus hijos allá. Lo mismo pensé yo. Esto mismo lo querría para su hijo? Yo creo que no. Total, que le dije que no nos interesaba y pasamos a otra cosa.
La otra cosa fue la siguiente. Llego a un expositor bancario con la esperanza que me ofrezca un piso de subasta (alguien ha ido a alguna?) a un precio razonable. El tipo sólo supo conectarse a internet, y en su propio buscador y tras fijar los parámetros iniciales, ofrecerme lo que la búsqueda resultaba. Miré a mi compañera de aventura otra vez y telepáticamente nos exclamamos: ¡para esto, conectamos el portátil y lo miramos des de casa con un cafelito...! Viva la venta 3.0!
Tras salir de allí, sólo me quedaba una opción, y esa opción sólo me la podia dar...un ex presidente de un club de fútbol muy famoso de la ciudad condal. Como en la película El Padrino donde un funerario decía "Don Corleone nos dará la justicia.." yo pensaba "Don José Luis nos dará un piso..." No sabía si los precios iban a ser competitivos, pero sabía al menos, que no nos cobrarían el IVA. Total… no lo liquidan. Pero ni evadiendo impuestos salía la cuenta. Quién no tiene un millón de euros en el banco para comprarse una vivienda? Pensé. Viendo la situación y viendo la puerta de salida tan cerca, decidimos abandonar y, de nuevo en la calle, uno pensaba que hubiese sido más divertido ir a la fiesta dels Supers, que buscar vivienda en el Meenting point!
Todo lo visto hizo buena la frase que Napoleón dijo una vez:
"Compra a un Español por lo que vale y véndelo por lo que aparenta..., y ganarás una fortuna en poco tiempo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario